lunes, 10 de marzo de 2014

T.S. Eliot: East Coker


I.

En mi principio está mi fin. En sucesión
casas se elevan, caen, se desmoronan, son extendidas,
removidas, destruídas, restauradas, o en su lugar
hay un campo abierto, o una fábrica, o un desvío.
Vieja piedra a casa nueva, madera vieja a fuegos nuevos,
viejos fuegos a cenizas, y cenizas a la tierra
la cual ya es carne, piel y heces,
hueso de hombre y bestia, rastrojos de maíz y hojas.
Las casas viven y mueren: hay un tiempo para construir
y un tiempo para vivir y un tiempo para engendrar
y un tiempo para que el viento parta el vidrio flojo
y para sacudir el friso donde el ratón corretea
y para sacudir los tapices andrajosos bordados con un lema silente.

En mi principio está mi fin. Ahora la luz cae
sobre el abierto campo, dejando la vereda
cubierta de ramas, oscura en la tarde,
tú recostado en un banco mientras pasa un furgón
y la vereda insiste en dirigirse
hacia el pueblo, por el eléctrico calor
hipnotizada. En una bruma cálida la bochornosa luz
es absorbida, no reflejada, por gris piedra.
Las dalias duermen en el vacío silencio.
Al búho temprano espera.
                                En ese campo abierto
si no te acercas más, si no te acercas más
una medianoche de verano podrás música oír
de gaita y tamborcito y mirarlos bailar
alrededor de una fogata
la asociación hombre-mujer
que en danza significa matrimonio:
un digno y cómodo sacramento.
Dos y dos, conjunción necesaria,
tomados del brazo o de la mano
demostrando concordia. Vuelta y vuelta
alrededor del fuego, saltándolo o en rondas,
rústicamente solemnes o riendo,
alzando pies pesados en calzados torpes,
pies de tierra, pies de marga, levantados con regocijo,
regocijo de aquellos que hace tiempo bajo tierra
el maíz abonan. Reteniendo el tiempo,
reteniendo el ritmo de su baile
como en sus vidas en las vivas estaciones,
el tiempo de las estaciones y las constelaciones,
el tiempo del ordeño y el de la cosecha,
el tiempo de la unión entre el hombre y la mujer
y el de las bestias. Pies suben y bajan.
Comen y beben. El estiércol y la muerte.
Despunta el alba, y otro día
se prepara para el calor y el silencio. En mar abierto 
el viento de alba pliega, escolta olas. Estoy aquí
o allá o en cualquier lado. En mi comienzo.

II.


¿Qué es lo que está Noviembre haciendo
con turbación primaveral,
seres venidos del bochorno,
campanillas bajo los pies,
malvas que aspiran crecer
del rojo al gris y hacer caer
las rosas últimas del hielo?

Trueno por estrellas rodantes a escoltar 
simula un carro triunfal
de constelada guerra a desplegar:
Escorpio lucha contra el Sol
hasta el, de ambos Luna y Sol, sopor;
lloran cometas, las Leónidas van
cielos y valles a cazar,
envueltas en ese tornado
que lleva el mundo al fuego que arderá
de la capa congelada hasta el reinado.

Tal forma de ponerlo no fue satisfactoria
-estudio perifrástico de agotada ars poética-:
lo deja igual a uno en la intolerable lucha
con palabras y significados. La poesía no importa,
no fue (para empezar de nuevo) lo que uno se esperaba.
¿Cuál fue el valor de lo tan añorado,
el ansia de la calma, la otoñal serenidad
y la sabiduría de la edad?¿Nos han decepcionado
o a sí mismos los ancianos de las apagadas voces
legándonos apenas un recibo para el desengaño?
La serenidad es solo un hábito deliberado;
la sabiduría, solo el saber secretos muertos,
inútiles en la oscuridad en la que se asomaron
o frente a la cual desviaron los ojos. Hay, nos parece,
como mucho, un valor limitado
en el conocimiento derivado de la experiencia.
El conocimiento impone un patrón, y falsifica,
pues el patrón a cada rato se renueva
y cada instante es novedosa e impactante
validación de quienes hemos sido. Solo no obtendremos desengaño
de aquello que, engañándonos, ya no puede dañarnos.
En el medio, no solo en el medio del camino
sino todo él es un oscuro bosque, un zarzal,
al borde de un pantano en que no hay paso seguro
y amenazado de monstruos, fuegos fatuos,
con riesgo de encantamiento. No me hagas oír
de la sabiduría de los viejos, sino de sus locuras,
de su miedo al miedo y al frenesí, a la posesión,
a pertenecer a otro, o a otros, o a Dios.
La única sabiduría que podríamos esperar adquirir
es la de la humildad, que es infinita.

 Todas las casas se han ido bajo el mar.
 Todos los bailarines se han ido monte abajo.

  
III.


Oh oscuro oscuro oscuro. Todos van a lo oscuro,
los espacios interestelares vacantes, la vacante dentro de la vacante,
los capitanes, banqueros, los eminentes hombres de letras,
los generosos mecenas del arte, los hombres de estado y los gobernantes,
los distinguidos funcionarios, presidentes de muchos comités,
los señores industriales y los pequeños contratistas, todos van a lo oscuro,
y oscuros Sol y Luna, y el Almanaque de Gotha,
y el Boletín de la Bolsa y el Directorio Administrativo
y enfriado el sentido y perdido el motivo de acción.
El funeral de nadie, pues nadie hay para enterrar.
Le dije a mi alma: quédate quieta y deja a lo oscuro descender sobre ti
pues será la oscuridad de Dios. Como en un teatro
se apagan las luces para cambiar de escena
con un vacío estruendo de alas, con un movimiento de oscuridad en oscuridad
y sabemos que las colinas y los árboles, el paisaje distante
y la imponente fachada están siendo removidos
-o como cuando un tren subterráneo en el metro se detiene mucho tiempo entre estaciones
y la conversación se anima y lentamente se desvanece hasta el silencio
y ves detrás de cada rostro el vacío mental profundizarse
dejando solo el terror creciente de la nada en qué pensar;
o como cuando bajo éter la mente está consciente mas consciente de nada-
le dije a mi alma: quédate quieta, y espera sin esperanza
pues esa esperanza sería esperanza por la cosa equivocada; espera sin amor
pues ese amor sería amor por la cosa equivocada; aún hay fe
pero la fe el amor y la esperanza están todas en la espera.
Espera sin pensar, pues para el pensamiento no estás listo:
así la oscuridad será la luz y la danza el descanso. 
Susurro de corrientes y de invierno el relámpago.
El tomillo oculto y la fresa silvestre,
se hace eco del éxtasis en el jardín la risa: 
no el perdido, el requerido, apuntando a la agonía
de muerte y nacimiento.
                                   Dices que yo repito
algo que he dicho antes. He de repetirlo
¿he de repetirlo? Para llegar allí,
allí donde estás, para llegar desde donde no estás
debes ir por un camino donde no hay éxtasis.
Para llegar adonde no sabes
debes ir por un camino que es la vía de la ignorancia.
Para tener lo que no posees
debes ir por la vía de la desposesión.
Para llegar adonde no estás
debes atravesar el camino en que no estás.
Y lo que no sabes es lo único que sabes
y lo que posees es lo único que no posees
y donde estás es donde no estás.

IV.


Pliega el acero el cirujano herido 
que cuestiona la destemplada parte;
bajo las sangrantes manos sentimos
del que sana la compasión afilada del arte 
resolviendo el enigma de la gráfica de fiebre.

Nuestra única salud es la enfermedad
si obedecer a la enfermera es la opción, 
cuyo constante cuidado no es para agradar
sino para recordarnos nuestra y de Adán la maldición
y para restaurarla, nuestra enfermedad ha de ponerse peor.

La tierra entera es nuestro hospital
dotado por arruinado millonario
en donde deberíamos, si bien nos va,
morir del absoluto paternal cuidado 
que no nos deja y nos previene en todos lados.

El frío asciende de los pies a las rodillas
la fiebre canta por los cables mentales.
Debo congelarme si se me abriga
y temblar en frígidos fuegos purgatoriales
de los que la llama es rosas, y el humo, zarzales.

Chorreante sangre, única bebida nuestra;
carne sangrante, nuestro único sustento 
a pesar de lo cual nos regodeamos en la idea
de que somos substanciales sangre y cuerpo
y otra vez llamamos a este Viernes santo, a pesar de eso.

V.

Aquí me encuentro, en mitad del camino, habiendo tenido veinte años
-veinte años bien desperdiciados, los años de entreguerras-
aprendiendo a usar palabras, y cada intento
todo un nuevo comienzo, y un tipo diferente de fracaso
porque uno solo ha aprendido a sacar lo mejor de las palabras
para aquello que ya no tiene que decir, o de una forma en que
ya no se está dispuesto a decirlo. Así que cada empresa
es un nuevo comienzo, una incursión en lo inarticulado
con el equipo en mal estado y siempre en deterioro
en el desorden general de la imprecisión del sentimiento,
los escuadrones indisciplinados de la emoción. Y lo que hay allí para       conquistar
por fuerza y sumisión ya ha sido descubierto
una o dos veces, o varias, por hombres que uno no puede tener la esperanza
de emular, aunque no hay competiciones,
solo la lucha para recobrar lo perdido 
lo encontrado y perdido otra vez y otra vez: y ahora, en condiciones
al parecer no propicias. Pérdida o ganancia, quizás no hay,
para nosotros solo existe el intento. El resto no es asunto nuestro.

Hogar es donde se empieza. Cuando crecemos
el mundo se vuelve extraño, el patrón más complicado
de muertos y vivos. No el intenso momento,
aislado, sin antes ni después,
sino una vida que bulle a cada instante
y no una vida de un hombre solo,
de viejas piedras no descifradas.
Hay un tiempo para la noche bajo luz de estrellas,
un tiempo para la noche bajo luz de lámpara
(la noche con el álbum de fotos).
El amor es aún más él mismo
cuando aquí y ahora deja de importar.

Los hombres viejos deben ser exploradores,
aquí y allá no es lo que importa,
debemos estar quietos y seguirnos moviendo
hacia otra intensidad,
a una unión más allá, comunión más profunda
a través del frío oscuro y la vacía desolación,
la ola llora, el viento llora, las vastas aguas
del petrel y la marsopa. En mi fin está mi principio.


Original:


I.

In my beginning is my end. In succession
Houses rise and fall, crumble, are extended,
Are removed, destroyed, restored, or in their place
Is an open field, or a factory, or a by-pass.
Old stone to new building, old timber to new fires,
Old fires to ashes, and ashes to the earth
Which is already flesh, fur, and faeces,
Bone of man and beast, cornstalk and leaf.
Houses live and die: there is a time for building
And a time for living and for generation
And a time for the wind to break the loosened pane
And to shake the wainscot where the field mouse trots
And to shake the tattered arras woven with a silent motto.

In my beginning is my end.  Now the light falls
Across the open field, leaving the deep lane 
Shuttered with branches, dark in the afternoon,
Where you lean against a bank while a van passes,
And the deep lane insists on the direction 
Into the village, in the electric heat
Hypnotized. In a warm haze the sultry light
Is absorbed, not reflected, by grey stone.
The dahlias sleep in the empty silence.
Wait for the early owl.
                       In that open field
If you do not come too close, if you do not come too close,
On a summer midnight, you can hear the music 
Of the weak pipe and the little drum
And see them dancing around the bonfire
The association of man and woman 
In daunsinge, signifying matrimonie—
A dignified and commodiois sacrament.
Two and two, necessarye coniunction,
Holding eche other by the hand or the arm
Whiche betokeneth concorde. Round and round the fire
Leaping through the flames, or joined in circles,
Rustically solemn or in rustic laughter
Lifting heavy feet in clumsy shoes,
Earth feet, loam feet, lifted in country mirth
Mirth of those long since under earth
Nourishing the corn. Keeping time,
Keeping the rhythm in their dancing
As in their living in the living seasons
The time of the seasons and the constellations
The time of milking and the time of harvest
The time of the coupling of man and woman
And that of beasts.  Feet rising and falling.
Eating and drinking.  Dung and death.
  Dawn points, and another day
Prepares for heat and silence. Out at sea the dawn wind
Wrinkles and slides. I am here
Or there, or elsewhere. In my beginning.


II.

What is the late November doing
With the disturbance of the spring
And creatures of the summer heat,
And snowdrops writhing under feet
And hollyhocks that aim too high
Red into grey and tumble down
Late roses filled with early snow?
Thunder rolled by the rolling stars
Simulates triumphal cars
Deployed in constellated wars
Scorpion fights against the sun
Until the Sun and Moon go down
Comets weep and Leonids fly
Hunt the heavens and the plains
Whirled in a vortex that shall bring
The world to that destructive fire
Which burns before the ice-cap reigns

  That was a way of putting it—not very satisfactory
A periphrastic study in a worn-out poetical fashion,
Leaving one still with the intolerable wrestle 
With words and meanings. The poetry does not matter
It was not (to start again) what one had expected.
What was to be the value of the long looked forward to,
Long hope for calm, the autumnal serenity 
And the wisdom of age? Had they deceived us 
Or deceived themselves, the quiet-voiced elders,
bequeathing us merely a receipt for deceit?
The serenity only a deliberate hebitude,
The wisdom only the knowledge of dead secrets
Useless in the darkness into which they peered
Or from which they turned their eyes. There is, it seems to us,
At best, only a limited value
In the knowledge derived from experience.
The knowledge imposes a pattern, and falsifies,
For the pattern is new in every moment
And every moment is a new and shocking
Valuation of all we have been. We are only undeceived
Of that which, deceiving, could no longer harm.
In the middle, not only in the middle of the way
But all the way, in a dark wood, in a bramble,
On the edge of a grimpen, where is no secure foothold,
And menaced by monsters, fancy lights,
Risking enchantment. Do not let me hear
Of the wisdom of old men, but rather of their folly,
Their fear of fear and frenzy, their fear of possession,
Of belonging to another, or to others, or to God.
The only wisdom we can hope to acquire 
Is the wisdom of humility: humility is endless.

  The houses are all gone under the sea.

  The dancers are all gone under the hill.


III.

O dark dark dark. They all go into the dark,
The vacant interstellar spaces, the vacant into the vacant,
The captains, merchant bankers, eminent men of letters,
The generous patrons of art, the statesmen and the rulers,
Distinguished civil servants, chairmen of many committees,
Industrial lords and petty contractors, all go into the dark,
And dark the Sun and Moon, and the Almanach de Gotha
And the Stock Exchange Gazette, the Directory of Directors,
And cold the sense and lost the motive of action.
And we all go with them, into the silent funeral,
Nobody's funeral, for there is no one to bury.
I said to my soul, be still, and let the dark come upon you
Which shall be the darkness of God. As, in a theatre, 
The lights are extinguished, for the scene to be changed
With a hollow rumble of wings, with a movement of darkness on darkness,
And we know that the hills and the trees, the distant panorama
And the bold imposing facade are all being rolled away—
Or as, when an underground train, in the tube, stops too long between                                                                                                   stations
And the conversation rises and slowly fades into silence
And you see behind every face the mental emptiness deepen
Leaving only the growing terror of nothing to think about;
Or when, under ether, the mind is conscious but conscious of nothing—
I said to my soul, be still, and wait without hope
For hope would be hope for the wrong thing; wait without love
For love would be love of the wrong thing; there is yet faith
But the faith and the love and the hope are all in the waiting.
Wait without thought, for you are not ready for thought:
So the darkness shall be the light, and the stillness the dancing.
Whisper of running streams, and winter lightning.
The wild thyme unseen and the wild strawberry,
The laughter in the garden, echoed ecstasy
Not lost, but requiring, pointing to the agony 
Of death and birth.

                         You say I am repeating
Something I have said before. I shall say it again,
Shall I say it again? In order to arrive there,
To arrive where you are, to get from where you are not,
  You must go by a way wherein there is no ecstasy.
In order to arrive at what you do not know
  You must go by a way which is the way of ignorance.
In order to possess what you do not possess
  You must go by the way of dispossession.
In order to arrive at what you are not
  You must go through the way in which you are not.
And what you do not know is the only thing you know
And what you own is what you do not own
And where you are is where you are not.


IV.

The wounded surgeon plies the steel
That questions the distempered part;
Beneath the bleeding hands we feel
The sharp compassion of the healer's art
Resolving the enigma of the fever chart.

Our only health is the disease
If we obey the dying nurse
Whose constant care is not to please 
But to remind of our, and Adam's curse,
And that, to be restored, our sickness must grow worse.

The whole earth is our hospital 
Endowed by the ruined millionaire,
Wherein, if we do well, we shall
Die of the absolute paternal care
That will not leave us, but prevents us everywhere.

The chill ascends from feet to knees,
The fever sings in mental wires.
If to be warmed, then I must freeze
And quake in frigid purgatorial fires
Of which the flame is roses, and the smoke is briars.

The dripping blood our only drink,
The bloody flesh our only food:
In spite of which we like to think
That we are sound, substantial flesh and blood—
Again, in spite of that, we call this Friday good.


V.

So here I am, in the middle way, having had twenty years—
Twenty years largely wasted, the years of l'entre deux guerres
Trying to learn to use words, and every attempt 
Is a wholly new start, and a different kind of failure
Because one has only learnt to get the better of words
For the thing one no longer has to say, or the way in which
One is no longer disposed to say it. And so each venture
Is a new beginning, a raid on the inarticulate
With shabby equipment always deteriorating
In the general mess of imprecision of feeling,
Undisciplined squads of emotion. And what there is to conquer
By strength and submission, has already been discovered
Once or twice, or several times, by men whom one cannot hope
To emulate—but there is no competition—
There is only the fight to recover what has been lost
And found and lost again and again: and now, under conditions
That seem unpropitious. But perhaps neither gain nor loss.
For us, there is only the trying. The rest is not our business.

Home is where one starts from. As we grow older
The world becomes stranger, the pattern more complicated
Of dead and living. Not the intense moment 
Isolated, with no before and after,
But a lifetime burning in every moment
And not the lifetime of one man only
But of old stones that cannot be deciphered.
There is a time for the evening under starlight,
A time for the evening under lamplight
(The evening with the photograph album).
Love is most nearly itself
When here and now cease to matter.

Old men ought to be explorers
Here and there does not matter
We must be still and still moving
Into another intensity
For a further union, a deeper communion
Through the dark cold and empty desolation,
The wave cry, the wind cry, the vast waters

Of the petrel and the porpoise. In my end is my beginning.