Este poema tiene una historia fascinante, la leí en
Wikipedia en inglés pero la narraré brevemente a mi manera; quizás mi relato
tenga algunas variaciones con respecto a la realidad pero, ¿qué es la realidad,
o qué queda de ella cuando ha pasado tanto tiempo, sino los recuerdos
descoloridos, y, en última instancia, las palabras? Mary Elizabeth Frye era una
ama de casa que escribió este poema en su cocina, en una bolsa de papel, para
una amiga a quien se le había muerto alguien.
El poema empezó a rodar de boca en boca, se usaba mucho en epitafios, se
leía en misas de difuntos y alcanzó una popularidad sorprendente. La gente no
sabía de quién era, y como maleza, proliferaron las versiones. Ésta que he
traducido fue la usada como su epitafio, avalada por la investigación de una
experta que estableció la autoría del poema, el cual se consideraba anónimo, 20
años después de escrito.
No te detengas en mi tumba a llorar.
No estoy dormida. No estoy allá.
Soy de miles de vientos el silbido,
de diamante en la nieve soy el brillo,
sobre el grano maduro soy el sol,
la lluvia suave del otoño soy.
Cuando en la quietud de la mañana estás despierto
Soy de despegue el impulso muy ligero
de silenciosos pájaros en vuelo circular.
De la estrella en la noche soy el tenue brillar.
En mi tumba no pares para llorar así,
Allí no estoy, no me morí.
Baltimore, 1932
Original:
Do not stand at my grave
and weep,
I am not there; I do not
sleep.
I am a thousand winds
that blow,
I am the diamond glints
on snow,
I am the sun on ripened
grain,
I am the gentle autumn
rain.
When you awaken in the
morning’s hush
I am the swift uplifting
rush
Of quiet birds in
circling flight.
I am the soft star-shine
at night.
Do not stand at my grave
and cry,
I am not there; I did
not die.
Baltimore, 1932