jueves, 29 de enero de 2015

Lorna Crozier: Miedo a las serpientes/Fear of Snakes

MIEDO A LAS SERPIENTES
Lorna Crozier
De:   Everything Arrives at the Light. Toronto: McClelland & Stewart, 1995

La serpiente puede separarse
de su propia sombra, moverse en lazos de luz,
paladear el aire, matinal y nocturno,
la oscuridad en el corazón de las cosas. Recuerdo
cuando mi miedo a las serpientes me abandonó,
cayó tras de mí como una vieja piel. En Swift Current
los muchachos encontraron una serpiente enorme y me persiguieron
por los callejones, Larry Moen llevándola como una antorcha verde,
los otros gritando, Tírasela en la espalda, mi terror
de ella deslizándose por el canal de mi columna (Larry, 
ése que tocó la parte interna de mis muslos en el columpio,
un muchacho mayor al que sabíamos no debíamos acercarnos
con nuestros pequeños vestidos, nuestra piel suave), mi hermano
diciendo Déjala tranquila, y yo agachada tras las caraganas,
vi a Larry clavar a la serpiente a un poste.
Ella retorció dos puntos gemelos de luz, incapaz de arrastrarse 
del dolor, su boca abriéndose, la roja 
lengua paladeando su propio terror. Entonces la amé, 
a esa serpiente. Los muchachos allí parados con sus estúpidas manos,
balanceando sus muñecas, la hermosa verde
boca abriéndose, una terrible oscura O
que nadie pudo escuchar.

Original:

FEAR OF SNAKES
Lorna Crozier
From:   Everything Arrives at the Light. Toronto: McClelland & Stewart, 1995

The snake can separate itself
from its shadow, move on ribbons of light,
taste the air, the morning and the evening,
the darkness at the heart of things. I remember
when my fear of snakes left for good,
it fell behind me like an old skin. In Swift Current
the boys found a huge snake and chased me
down the alleys, Larry Moen carrying it like a green torch,
the others yelling, Drop it down her back, my terror
of it sliding in the runnell of my spine (Larry, 
the one who touched the inside of my legs on the swing,
an older boy we knew we shouldn't get close to 
with our little dresses, our soft skin), my brother 
saying Let her go, and I crouched behind the caraganas,
watched Larry nail the snake to a telephone pole.
It twisted on twin points of light, unable to crawl 
out of its pain, its mouth opening, the red 
tongue tasting its own terror, I loved it then, 
that snake. The boys standing there with their stupid hands
dangling from their wrists, the beautiful green
mouth opening, a terrible dark O
no one could hear.




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